domingo

ISABEL RODRIGUEZ BAQUERO

Eros

Escalo la montaña de tu pecho.
Tus manos son la suma del ardor.
Me pierdo por la fiebre de tus labios.
Nos estalla en los muslos un volcán.

Tu aroma de canela y yerbabuena.
Mi almizcle y mi naranja y mi jazmín.
Y tu olor de simiente desgranada,
y la arena anhelante de mi sed.

Las palabras son música infinita,
estremecido son de viento y mar,
puertas del abandono y la pasión.

No necesito verte: te dibujo
con mis dedos, mis labios y su sal.
Y paladeo el gusto de tu piel.

..............

Penélope

No creáis mi historia:
los hombres la forjaron
para que el sacro fuego de inventados hogares
no se apagara nunca en femeniles lámparas.

No creáis mi historia
Ni yo esperaba a Ulises
Tantas Troyas y mares y distancias y olvidos...
ni mi urdimbre de tela
desurdida de noche
se trenzaba en su nombre.

Mi tela era mi escudo,
no del honor de Ulises,
no de la insomne espera
del ya más extranjero
que los lejanos príncipes que acechaban mi tálamo.

Y si el arco de Ulises
esperaba su brazo,
es porque yo al arquero
sólo desdén profeso,
y nada me interesan sus símbolos de pureza:
sus espadas, sus arcos,
sus tremolantes cascos
y las espesas sangres
de su inútil combate.

No creáis en mi historia
Cuando volvió el ausente
me encontró defendiendo con mi ingeniosa urdimbre
mi derecho inviolable al tálamo vacío,
a la paz de mis noches,
al buscado silencio:
la soledad es un lujo que los dioses envidian.

.........

Entonces

Cuando ya nada importe.
Cuando ya hasta los grillos más tenaces
apaguen el clamor de su chirrido;
cuando por las esquinas de la noche
se eclipsen los deseos
y en un rumor de oscura madreselva
se confundan los ecos
de la impaciencia antigua
y sus desvelos.

Cuando el airado cielo y su tumulto
se entreguen al silencio,
cuando el viento recueste su cabeza
y se evapore el mar...

Entonces me veréis
llegar, intacta, envuelta
en el azul sudario de mi vida,
regresada, veraz, indemne, libre,
a salvo de ataduras
de amor y de naufragios,
del largo desconsuelo
y la voraz urgencia.

Entonces, sólo entonces.
Cuando ya nada importe.
Cuando todo esté aquí.

.............

Otoño

Adagio

¿Qué estoy haciendo ahora,
varada en mi ventana,
mientras un nuevo otoño incendia los pinares
y derrama en mi mesa
su dulce llamarada?

               (Y tu piel allá lejos,
                y tu boca temprana)

¿Y por qué este inventario
de ardores y de inviernos,
de la sed y del agua?

                 (Y tu risa perfecta.
                 Y tu boca lejana...)

II
En la soledad espesa de esta noche de octubre
una puerta se abre...
Tal vez sea sólo el viento.
Seguramente, nadie.

Tal vez sólo la lluvia,
penetrante y cercana,
con sus húmedos dedos llamando en mis cristales.

Tal vez sólo el crujido
con que se ensaña el tiempo
sobre la piel opaca de las fotografías

Tal vez nunca se abra
la puerta del deseo.

Mas tal vez esta noche
de octubre suntuoso
se produzca el milagro.

            (Y ni yo sé decir
            el milagro que espero...)

.......

Verano

Vivace

I
Tan alta era, tan alta,
la torre de tu cuerpo.

Y tan honda, tan honda,
mi raíz de misterio.

Yo no acerté a escalarla.
Tú no bajaste al fondo
profundo del deseo.

                (Primavera lloraba
                soledad a lo lejos)

Se levantó la noche
desde un mar de silencio.

........

Viaje

He cerrado mi maleta
sobre el viejo cadáver que alimento a diario,
con el forro gastado de sus ropas cansinas,
su casi imperceptible olor a camposanto,
su traslúcida piel.

He cerrado mi puerta
tras el silencio espeso de la alcoba vacía,
con sus sábanas yertas de irrevocable ausencia,
sus ventanas cerradas al rumor de la vida,
su lenta oscuridad.

He cerrado mi maleta
y he metido en el fondo, con mi viejo cadáver,
un candil de esperanza y unas gotas de olvido,
un traje de deseo y unas botas de andar;
y he salido a la luz.

He cerrado la casa.
Les he vuelto la espalda a los ciegos rincones,
a las hoscas paredes que musitan rencor,
y he comenzado un viaje sin destino y sin rumbo,
un viaje que me enseñe,
desde los vericuetos y vueltas del camino,
a enterrar mi cadáver definitivamente
y a nacer otra vez

.......

Inútil

Es inútil soñar aquellos besos.
Inútil evocar aquellas horas,
aquel agonizar los dos, obsesos
de soledad, de sed devastadora.

Inútil demandar a nuestros huesos
alzarse sobre el tiempo y nuestro ahora;
que tú ya no eres tú, ni yo, ni esos
instantes volverán. Inútil. ¿Lloras...?

Pero no. Tú no lloras. Tú, sombrío.
Inútil esperar una palabra.
Inútil ensanchar el llanto mío.

Inútil ya el vivir. Tu mano labra
-qué impiadoso el buril de tu sentencia-
mi muerte, sobre el barro de tu ausencia.

..........

Final

Yo subiré al amparo de tus labios
entre nubes de acero desgarradas
y trenzarán al fin mis dedos sabios
las olas de tu aliento desatadas.

Yo llevaré a tu puerta mi astrolabio
y mi esfera armilar y mis andadas.
Y llegaré sin dudas ni resabios,
sin historia y sin huellas, y sin nada.

Y dormiré al cobijo de tus besos.
Y a la luz tersa de la amanecida
carne y carne serán glorioso cepo.

Monumento de amor serán los huesos.
Árbol sin fin los enlazados cuerpos
con su savia de sangre estremecida.

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