Amor ausente

Poema del desamor   -María Mercedes Carranza
 
Ahora en la hora del desamor
y sin la rosada levedad que da el deseo
flotan sus pasos y sus gestos.
Las sonrisas sonámbulas, casi sin boca,
aquellas palabras que no fueron posibles,
las preguntas que sólo zumbaron como moscas
y sus ojos, frío pedazo de carne azul.
Días perdidos en oficios de la imaginación,
como las cartas mentales al amanecer
o el recuerdo preciso y casi cierto
de encuentros en duermevela que fueron con nadie.
Los sueños, siempre los sueños.
¡Qué sucia es la luz de esta hora,
qué turbia la memoria de lo poco que queda
y qué mezquino el inminente olvido!





Tanguito
            Juan Gelman (1930)

yo
no
sé qué hacer
para que salgas de mí y por fin te vayas
al diablo al sufrimiento que
me crece por verte y por no verte y
no seas más que eso sufrimiento
en vez de ser temblor ser esperanza
silencio bajo el sol
otro sol además




El Ultimo Amor
            Vicente Aleixandre (1898 - 1984)
I
Amor mío, amor mío.
Y la palabra suena en el vacío, Y se está solo.
Y acaba de irse aquella que nos quería. Acaba de
            Salir.
            Acabamos de oír cerrarse la puerta.
Todavía nuestros brazos están rendidos. Y la voz se
            queja en la garganta.
Amor mío...

Cállate. Vuelve sobre tus pasos. Cierra despacio la
            puerta, si es que no quedó bien cerrada.
Regrésate.
Siéntate ahí, y descansa.
no, no oigas el ruido de la calle. No vuelve.
            No puede volver.
Se ha marchado y estás solo.
No levantes los ojos para mirarlo todo, como si en
            todo aún estuviera.
Se está haciendo de noche.
Ponte así: tu rostro en tu mano.
Apóyate, descansa.
Te envuelve dulcemente la oscuridad y lentamente
            te borra.
Todavía respiras. Duerme.
Duerme si puedes. Duerme poquito a poco,
dehaciéndote, desliéndote en l anoche que poco a
            poco te anega.

¿No oyes? No, ya no oyes. El puro
silencio eres tú, oh dormido, oh abandonado,
oh solitario.
            ¡Oh, si yo pudiera hacer
que nunca más despertase!


II
Las palabras del abandono. Las de la amargura.

Yo mismo, si, yo y no otro.
Yo las oí. Sonaban como las demás. Daban el mismo
            sonido.
Las decían los mismos labios, que hacían el mismo
            movimiento.
Pero no se las podía oír igual. Porque significan: las
            palabras
sigifican. Ay, si las palabras fuesen solo un suave sonido,
y cerrando los ojos se las pudiese escuchar en el sueño...

Yo las oí. Y su sonido final fue como el de una llave
            que se cierra.
Como un portazo.
Las oí, y quedé mudo.
Y oí los pasos que se alejaron.
Volví y me senté.
Silenciosamente cerré la puerta yo mismo.
Sin ruido. Y me senté. Sin sollozo.
Sereno, mientras la noche empezaba.
La noche larga. Y apoyé mi cabeza en mi mano,
Y dije...

Pero no dije nada. Moví mis labios. Suavemente,
            suavísimamente.
Y dibujé todavía
el último gesto, ese
que yo nunca repetiría.


III
Porque era el último amor. ¿No lo sabes??
Era el último. Duérmete. Calla.
Era el último amor...
Y es de noche.



La Luz de la Lámpara Salida de una Nube...
            Enrique Molina (1910 - 1996)

La luz de lámpara salida de una nube,
de una hendidura en la oscuridad,
se curva al iluminar su cadera, se desliza
sobre sus cabellos, cuerpo de mujer desnuda
en lo inestable, en la frugacidad deslumbradora
de cualquier lugar de la tierra, uñas brillantes,
sonrisa brillante, su mirada, vagos espejos
en la corriente del río. ¿Y quién
puede reflexionar si esa música llega de tan hondo?
Tibio soplo de los cañaverales, cierta angustia
ante el reclamo de la deriva, allí
donde el viento es siempre nostalgia.
El hombre ve pasar las aves migratorias
alejándose en busca del verano,
viajeros que desaparecen, todo entrevisto
en detalles inesperados, en otras verdades.
Quizá ella vive sola, junto a una palmera,
a la espera de un día que no llegará nunca.




Naufragio Inconcluso
            Alejandra Pizarnik (1936 - 1972)

Este temporal a destiempo, estas rejas en las niñas de mis ojos, esta pequeña historia de amor que se cierra como un abanico que abierto mostraba a la bella alucinada: la más desnuda del bosque en el silencio musical de los abrazos.




Todavía
            Dora Castellanos (1924)

Sobre las ruinas de tu amor caído
levantaré de nuevo mis quimeras,
y serás en mi vida un destruido
monumento, donde un ídolo eras.

Donde tirano fuiste, las primeras
yerbas silvestres gritarán olvido,
y, recordando nuestras primaveras,
gemirás como un dios arrepentido.

Otros dioses vendrán, y nuevas rosas
brotarán de las ruinas silenciosas.
Asoma por levante un nuevo día

y he temblado mis penas escribiendo,
porque adentro, muy hondo, estoy sintiendo
que esta noche te quiero todavía...



No es el Amor Quien Muere
            Luis Cernuda (1902 - 1963)

No es el amor quien muere,
somos nosotros mismos.

Inocencia primera
abolida en deseo,
olvido de sí mismo en otro olvido,
ramas entrelazadas,
¿Porqué vivir si desaparecéis un día?

Sólo vive quien mira
siempre ante sí los ojos de su aurora,
sólo vive quien besa
aquél cuerpo de ángel que el amor levantara.

Fantasmas de la pena
a los lejos, los otros,
los que ese amor perdieron,
como un recuerdo en sueños,
recorriendo las tumbas
otro vacío estrechan.

Por allá van y gimen,
muertos en pie, vidas tras de la piedra,
golpeando impotencia,
arañando la sombra
con inútil ternura.

No, no es el amor quien muere.




Tu Voz está Oscura...
            Juan Gelman (1930)

Tu voz está oscura
de besos que no me diste/
de besos que no me das/
la noche es polvo de este exilio/

tus besos cuelgan lunas
que hielan mi camino/ y
tiemblo
debajo del sol/



La Enamorada
            Alejandra Pizarnik (1936 - 1972)

Esta lúgubre manía de vivir
esta recóndita humorada de vivir
te arrastra. Alejandra, no lo niegues.

Hoy te miraste en el espejo
y te fue triste, estabas sola,
la luz rugía, el aire cantaba
pero tu amado no volvió.

Enviarás mensajes, sonreirás,
tremolarán tus manos, así volverá
tu amado tan amado.

Oyes la demente sirena que lo robó.
El barco con barbas de espuma
donde murieron las risas,
recuerdas el último abrazo.

Oh, nada de angustias,
ríe en elpañuelo, llora a carcajadas
pero cierra las puertas de tu rostro
para que no digan luego
que aquella mujer enamorada fuiste tú.

Te remuerden los días,
te culpan las noches,
te duele la vida tanto, tanto,
desesperada ¿adónde vas?
desesperada ¡Nada más! 


LinkWithin

.