lunes

ODETTE ALONSO

S.O.S. (por si regresa abril)

Pudo haber sido un martes y un balcón colonial
fuiste llegando
breve
a mis zancadas
algún lugar de la ciudad abrió sus puertas
y luego ni relojes
ni miradas severas
tú podías estar en cualquier parte
y la ciudad poblarse
de todos los milagros.
Si hubiera sido abril
siempre las flores
una sábana azul que levitara sueños.
A veces son tan breves los minutos
que la ciudad se puebla de todos los presagios.
Entonces tengo miedo
un miedo universal
a algún viento imprevisto
a que no quede nada
ni la noche.
Por eso se revienta mi granada de tiempo
y levanto adoquines buscando marejadas
porque en abril la lluvia no da tregua
y salimos convencidos de su influjo.
Bajo mi corazón
la ciudad se ha poblado
de todos los secretos
como una alucinante primavera.




Antesala del miedo

Supe de la neblina
y salí al mundo.
El miedo era un planeta extraño
verte venir desde la acera opuesta
toda tu luz burlando el mediodía.
Yo que apuré el asfalto
todo el viento del mundo reteniéndome.
De qué sirve el amor
qué extraña esencia nutre su llegada
para que se convierta en una espera
en una melodía.
Calle para mis pasos
y el mar que desemboca a la vuelta de tus ojos
como el deseo de ser mar
encrucijada.
Qué luz viene de ti que me enceguece.
No puedo darte la felicidad sino su anverso.
Voy a decir amor trazo de sombra y no te marches.
El miedo es un planeta absurdo y cierto.





Sobre la línea

Estamos sobre la línea.
Te escondes tras la columna
y yo te busco.
El ojo nos vigila
no podemos zafarnos
la línea es la medida
y el deseo.
Estamos sobre ella
un paso y nos salvamos
un solo paso y nos volvemos nunca.




En el puente
               A Dora


Al extremo del puente la luz es más intensa
enceguece la luz     cambia nociones.
Las brújulas atrofian su certeza
los mapas desdibujan sus contornos
la noche apaga la verdad del firmamento.
Sólo queda un camino     lleva al final del puente.
Basta extender las manos y preparar el salto
caer hacia el abismo luminoso de tus ojos.





Fábula del aguador y la ciudad de enfrente

       
           "Ella confunde la piel con algún río
                       y al corazón con la ciudad de enfrente"
                                                            F. A. Dopico



Ella confunde la piel con un estanque
canta junto a mi oído su vieja melodía.
Yo le traía el agua
vaciaba la botija en sus arenas
mitigaba su sed.
La sed mi corazón en la ciudad de enfrente
un río subterráneo para mis pies cansados.
Yo ganaba su sed
y me iba a buscar frutas al pie de la montaña
para escanciar el néctar sobre sus dientes nuevos.
Un día no volví
al pie de la montaña era el abismo
pozo donde caer agua que hierve.
Ella confunde el corazón con una espera larga
canta junto a la fuente
espera por las aguas que no llegan.
Oh mi ciudad dormida
qué silbido recuerda a las aguas de antaño
que corriente vendrá de nuevo a tus orillas. 





Los amantes de Pompeya

La luna era distinta hace un segundo
te iluminaba
entraba por la hendija como un sorbo.
Moriremos de amor amiga mía
presiento que un tropel desciende de las cumbres
siento su oleada tibia presionando mi espalda.
Moriremos de amor
todos los vientos llegan como una manotada
y yo cubro tu cuerpo lo incorporo
quiero aliviarme en ti.
Hace un segundo la luna era distinta
y no había ese susto en tu mirada.
Algo nos viene encima
ese sordo rumor es un presagio.
Cierra los ojos pronto amiga mía.
Es el amor que llega.





En Buena hora

Este dolor sin fin me llega en buena hora
cuando no tengo un pozo
donde volcar mi pena.
También mi corazón quiere lanzarse al río
saltar como una piedra sobre el acantilado
buscar el brillo de la noche en sus pupilas.
También cosió el silencio el hueco de mis labios
los besó una muchacha que no volvió jamás.
Su nombre era el rocío
el frescor de la menta
su mano un aletear de mariposas.
De espaldas
el espejo parece una estocada
una noche sin ojos.
En buena hora me llega este dolor.





Balcón al mar

Llego a tus costas
como al reverso menos cruel de la moneda
y tengo todo el tiempo para amarte
aunque el amor no sea más que alguna carta
a veces una espera.
Me desvisto en el muelle
me deslumbro
tiendo mi mano para hallar otra respuesta
y allí estás tú
allí vuelvo a encontrarte
toda tu firma voluntad sobre mis huesos.
La Habana
al otro lado
es una mancha
una extensa muchacha de luces en la espalda
siempre llena de veredas y centauros.
Porque no soy igual a los demás es que te amo
cuando la muerte es una rosa de los vientos
un golpe de suerte
una limpia palmada sobre el hombro.
Porque no soy igual a los demás es que te canto
que asciende mi canción buscando un puerto
un balcón frente al mar
donde dejar mi mano
donde dejar toda mi voz a buen recaudo
sobre el reverso menos cruel de la moneda.




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