entonces
cuando nada existía.
Estaba allí, en las sombras de un
valle
solitario
donde aún no fluía la música del
agua.
Mi desnudez
se
alzaba sobre el vago paisaje
como un grito
de auxilio en el
mortal
vacío.
Fueron mis senos las primeras
flores,
y mi vientre la
almohada de la vidda
nacieron de mis ojos las
estrellas
y mi
mano
encendió la viva antorcha
de la continuidad. Bestias y
plantas
latían a la vez en mis arterias.
Avanzaba
insegura
entre las
sombras
y a mi paso las tierras
florecían....
¡Ya ves si
es
vieja el
alma que te busca!
¡Qué corte
de milenios la
acompaña!
Presencié la erupción de los
volcanes,
el duro
nacimiento
de los montes;
vi marchitarse inmensos vegetales
que ya no
conocieron los humanos.
Y hundida en las tinieblas
inauditas,
escuché los aullidos de los
monstruos
que mataban
la luz
a cuchilladas.
Heme aquí,
tan antigua
como el mundo,
con
este
amor nacido de mi frente,
con esta enorme sed que no he
saciado.
No
me exijas virginidad alguna.
Allá, en
aquel silencio pavoroso,
la
Vida me violó bárbaramente...
Manchada
estoy por la humedad del
musgo,
por la tierra y el fuego y la
lascivia
milagrosa del
aire. Si
me quieres,
tómame fecundada por los sueños,
preñada por
la
gracia
de los siglos.