jueves
ENRIQUE MOLINA
MEMORIA
Extinguidas aquellas frenéticas caricias
Pasada la luna del ceremonial de los besos
Se abre una jaula de demencia
Los bellos gatos de espasmos que aullan enterrados vivos
Y un foco de imágenes extintas se instala en tu médula
Como una peste real. En la sombra
La mujer se desviste y penetra a su lecho
Y emprende su vuelo nupcial hasta las últimas hogueras del cielo
Y él madura a su lado para la muerte
En el cálido invernáculo de sus sonrisas junto a su rostro que desaparece
Jamás despertarán sobre sus besos
A lo largo de gomosas colinas en ondulantes dormitorios
Donde brota una niebla indeleble
Caminos llenos de anzuelos
Un vestido que late sin nadie
Un retrato con dientes de fuego
Sonriendo a través de los muros
Y quién no reverencia esas gracias en pena
Abrazos vacíos dichas de fracaso y de vértigo
Que me adulan como el demonio para despellejarme
Para homenajearme con países quemados sobre el corazón.
Entonces
de esas enormes lunas que fermentan
En un calor de malezas tropical
Lleno de piernas de mujer
La luz de una lengua se expande
Y de nuevo estamos perdidos
De nuevo imploramos a ídolos de orgullo y desamparo
De sexos despiadados
Con irrecuperables sonrisas eternas
Trozos de paisaje
Bocas de sacrilegio que no piden socorro
Que no tienen socorro.
MENSAJE SECRETO
Hacia abajo en la oscura humedad de los helechos que tal vez
sean yo mismo o divinidades monótonas
desciendo
al antro de mi sexo
con la investidura de un cuerpo torturado por poderes
frenéticos presa de esas imágenes soñadas de mulatas de
dientes crueles con las franjas fosforescentes de sus
vientres y de sus espaldas las tiernas estranguladoras
inclinadas sobre sus amantes para dejarles en la boca la
fragancia de menta y de sal que emana de sus pechos
en el oleaje
Hasta ahí la misteriosa serpiente con la aureola de sus labios
y su canto de profanación infinita el foco ávido donde
flotan regiones de una blancura de relámpago
La serpiente de mirada de catástrofe la papisa del sol
en su archipiélago de espejismos donde crea fantasmas
carnales y suntuosos que se retuercen con caderas llenas
de savia mujeres palpables y rápidas
cabelleras desplegadas para el lujo de un loco
Y mi sangre de príncipe animal heredero de una raza de paroxismo
Se filtra por esas grietas de abismo que reconocen la especie
se irisa cuando ese indolente demonio despliega sus alas
y con un acto mágico con una brasa de ceremonia de la noche
de las cavernas con una sílaba de raíz arrancada y de
fronteras que se desvanecen toca a mi corazón para
decirme que la tierra es errónea
EL CLAMOR DEL SILENCIO NOCTURNO
¿Pero a quién amas tú -perro de la incertidumbre-
corazón de extravíos cubierto de espejismos
circulantes...?
Todo un país se aleja con sus más vagabundos
fantasmas carnales
entre las gracias que te aniquilan
con lentitud
ella ha entreabierto su vestido para revelarte
con el centelleo de su piel en un vaho de invernáculo
los mandamientos
de la insolencia total del amor
una tierra de trance el palpitar cobrizo
de las palmeras salvajes en el fondo de los ojos del cielo
mientras sus tentáculos en pleno verano
Y la pareja tendida en la sombra
como si nunca se hubiera movido la noche y aún
permaneciera en otro dormitorio larguísimo
finalmente desecho en medio de las mismas
maniobras
y el cáncer de fuego abajo entre las piernas
en las orgías de la arena
y otro lugar
y otra invariable brasa de vida
y otro cuarto ascendiendo como una inmensa burbuja hacia
el despertar perezoso
hacia la inminencia de la desnuda belleza de un instante
entrevista
en poder de una líquida bestia enlazada a sus caderas y
fluyendo por su médula envuelta en nubes
bajo la ducha del hotel
Aquí los huesos retumban hasta el último relámpago
de la hechicera
-caleta rojiza dunas y lápidas-
donde los mosquitos insisten
en las barbas del tiempo
el nocturno orfeón de insectos rivalizando con tu ser
pues es sabido que tu demonio abre mil ojos:
no duerme nunca
SITUACIÓN
Una extraña ave acuática
de largas patas amarillas y palmípedas,
el pico turquesa
y un manojo de plumas insertado en el cráneo
cada noche
prodiga la melodía de su garganta polvorienta,
consume su pálido cirio a la espera de alguna desdicha
y baila sin prisa sobre mi eternón
cuando me duermo.
Baila condenada
como si zapateara
sobre la tierra entera,
hasta el fin del mundo,
como si acarreara sangre en la atmósfera
hacia mi angustiado corazón.
En vano profiero palabras feroces,
plegarias, agito las hojas,
los muros de la casa,
el remolino de recuerdos
y lo sere extraños que pasan por mis sueños
para cerrar la luz de mis flores perdidas;
la muerdo, la desplumo,
la azoto,
y apenas si cae de ella una gota de sangre.
Sólo el amanecer la disipa,
pero retorna nuevamente
con la noche,
crispada, hambrienta,
desde los despojos de la memoria,
cada vez más furiosa
a bailar sobre mi esternón.
ALTA MAREA
Cuando un hombre y una mujer que se han amado
se separan
se yergue como una cobra de oro el canto ardiente del orgullo
la errónea maravilla de sus noches de amor
las constelaciones pasionales
los arrebatos de su indómito viaje sus risas a través de las piedras sus plegarias y cóleras
sus dramas de secretas injurias enterradas
sus maquinaciones perversas las cacerías y disputas
el oscuro relámpago humano que aprisionó un instante el furor de sus cuerpos con el lazo fulmíneo de los antípodas
los lechos a la deriva en el oleaje de gasa de los sueños
la mirada de pulpo de la memoria
los estremecimientos de una vieja leyenda cubierta de pronto con la palidez de la tristeza y todos los gestos del abandono
dos o tres libros y una camisa en una maleta
llueve y el tren desliza un espejo frenético por los rieles de la tormenta
el hotel da al mar
tanto sitio ilusorio tanto lugar de no llegar nunca
tanto trajín de gentes circulando con objetos inútiles o enfundados en ropas polvorientas
pasan cementerios de pájaros
cabezas actitudes montañas alcoholes y contrabandos informes
cada noche cuando te desvestías
la sombra de tu cuerpo desnudo crecía sobre los muros hasta el techo
los enormes roperos crujían en las habitaciones inundadas
puertas desconocidas rostros vírgenes
los desastres imprecisos los deslumbramientos de la aventura
siempre a punto de partir
siempre esperando el desenlace
la cabeza sobre el tajo
el corazón hechizado por la amenaza tantálica del mundo
Y ese reguero de sangre
un continente sumergido en cuya boca aún hierve la espuma de los días indefensos bajo el soplo del sol
el nudo de los cuerpos constelados por un fulgor de lentejuelas insaciables
esos labios besados en otro país en otra raza en otro planeta en otro cielo en otro infierno
regresaba en un barco
una ciudad se aproximaba a la borda con su peso de sal como un enorme galápago
todavía las alucinaciones del puente y el sufrimiento del trabajo marítimo con el desplomado trono de las olas y el árbol de la hélice que pasaba justamente bajo mi cucheta
este es el mundo desmedido del mundo sin reemplazo el mundo desesperado como una fiesta en su huracán de estrellas
pero no hay piedad para mí
ni el sol ni el mar ni la loca pocilga de los puertos
ni la sabiduría de la noche a la que oigo cantar por la boca de las aguas y de los campos con las violencias de este planeta que nos pertenece y se nos escapa
entonces tú estabas al final
esperando en el muelle mientras el viento me devolvía a tus brazos como un pájaro
en la proa lanzaron el cordel con la bola de plomo en la punta y el cabo de Manila fue recogido
todo termina
los viajes y el amor
nada termina
ni viajes ni amor ni olvido ni avidez
todo despierta nuevamente con la tensión mortal de la bestia que acecha en el sol de su instinto
todo vuelve a su crimen como un alma encadenada a su dicha y a sus muertos
todo fulgura como un guijarro de Dios sobre la playa
unos labios lavados por el diluvio
y queda atrás
el halo de la lámpara el dormitorio arrasado por la vehemencia del verano y el remolino de las hojas sobre las sábanas vacías
y una vez más una zarpa de fuego se apoya en el corazón de su presa
en este Nuevo Mundo confuso abierto en todas direcciones
donde la furia y la pasión se mezclan al polen del Paraíso y otra vez la tierra despliega sus alas y arde de sed intacta y sin raíces
cuando un hombre y una mujer que se han amado se separan
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